En la entrada de hoy el
Profesor José Carlos Pastor y la Profesora Isabel Pinilla, oftalmólogos y expertos en el ámbito de la terapia celular, nos dan su opinión en relación al
siguiente artículo:
Enlace al artículo en la
prensa: http://www.lavanguardia.com/ciencia/cuerpo-humano/20170316/42913375803/mujeres-ciegas-terapia-celulas-madre-eeuu-tratamiento.html
Enlace al artículo en la
revista de medicina New England Journal of Medicine: http://www.nejm.org/doi/full/ 10.1056/NEJMoa1609583#
“Hace unas semanas saltó a
diversos medios informativos nacionales una noticia sobre medicina
regenerativa, según la cual tres mujeres norteamericanas se habían quedado
“ciegas tras someterse a una terapia con células madre”. La misma hacía
referencia a una información del Washington Post, que a su vez citaba un
artículo publicado en la prestigiosa revista “The New England Journal of
Medicine” cuyo enlace pueden encontrar más adelante.
Dada la transcendencia de
estas informaciones nos ha parecido oportuno expresar nuestro punto de vista y
agradecemos a la asociación Española de Aniridia habernos permitido utilizar su
blog.
Para empezar, el análisis de
los hechos deja claro que en estos casos lo que ha habido, fundamentalmente, es
un engaño a los pacientes y una secuencia de actuaciones irregulares, que en
España serían constitutivas de delito.
Las pacientes, diagnosticadas
de Degeneración Macular Asociada a la Edad, fueron sometidas a inyecciones
intravitreas de extractos de liposucciones que les hicieron a ellas mismas en
una clínica de Florida. Esas pacientes acudieron al centro atraídas por la
publicidad que la clínica hacia de haber comenzado un ensayo clínico,
registrado en la base de acceso público de ensayos clínicos
“ClinicalTrials.gov” en la que debe figurar cualquier ensayo clínico que quiera
publicar posteriormente sus resultados en cualquier revista científica.
Pero en realidad el
tratamiento al que fueron sometidas no estaba incluido en ningún ensayo, no
constaba esa información en el consentimiento informado que firmaron, y las
pacientes tuvieron que abonar 5.000 dólares por tratamiento. Así pues la
cadena de desgracias que las condujeron a la ceguera se inicio por una simple y
vulgar mentira. Además, una de ellas recibió el tratamiento simultáneamente en
los dos ojos, lo que supone claramente una actuación temeraria.
En España la ley que regula la
investigación biomédica, data de 2007 (Ley 14/2007) y regula cualquier
actividad de este tipo, y ya en su preámbulo deja muy claro que “ la salud, el
interés y el bienestar del ser humano que participe en una investigación
biomédica prevalecerán por encima del interés de la sociedad o de la ciencia”.
En particular, la Ley se construye sobre los principios de la integridad de las
personas y la protección de la dignidad e identidad del ser humano en cualquier
investigación biomédica que implique intervenciones sobre seres humanos, así
como en la realización de análisis genéticos, el tratamiento de datos genéticos
de carácter personal y de las muestras biológicas de origen humano que se
utilicen en investigación.
La ausencia de garantías
mínimas exigibles a este tipo de actividades (en España y en la Unión Europea
se exige una información adecuada y comprensible a los pacientes y por supuesto
la gratuidad de los tratamientos) harían que esas actuaciones médicas se
calificaran de infracciones graves, lo que en España lleva asociado las
correspondientes sanciones.
O dicho de otra manera, aquí
en nuestro país la noticia debería haber aparecido, en mi criterio en las
páginas de los tribunales de justicia.
Pero la noticia ya se ha
lanzado y suponemos que habrá creado un cierto desasosiego entre los pacientes
que estén o vayan a recibir este tipo de tratamientos en un futuro cercano.
Los tratamientos con células
madre representan en estos momentos una vía de curación para algunas
enfermedades que carecen del mismo y existen suficientes evidencias científicas
como para seguir investigando su uso potencial.
De hecho, en la ya mencionada
página web, “ClinicalTrials.gov” se puede comprobar que existen varios ensayos
clínicos en marcha, cuyos resultados esperamos con enorme interés.
Aquí en España son varios los
estudios clínicos de este tipo que se están realizando y hay alguno más que
está por venir. Es más algunos grupos llevan más de cinco años utilizando
células madre con decenas de pacientes tratados sin complicaciones relevantes.
Es verdad que la perdida de la
visión de las pacientes americanas es una desgracia, pero no todo lo que les
pasó se puede, ni mucho menos, atribuir al uso de las células madre. Las
inyecciones intravitreas son tan frecuentes en estos momentos, que
desgraciadamente ya hemos visto, con ellas, algunos problemas serios, que afortunadamente
son excepcionales, pero que en alguna rara ocasión pueden comprometer la visión
del paciente.
Por otra parte, tal y como se
comenta en el New England Journal of Medicine, no parece que existieran
garantías en la extracción, manipulación e inyección de las supuestas células
madre de origen adiposo, base del tratamiento de esos pacientes.
Así, pues, mi consejo a los
futuros pacientes a los que se propongan este tipo de tratamientos es que sigan
las recomendaciones de la revista anteriormente citada, que pone el énfasis en
aquellos ensayos clínicos, con sólidos fundamentos científicos, con suficiente
investigación preclínica, con programas y diseños adecuados y que recelen de
cualquier otra actividad.
Y más de uno se estará
preguntado: ¿cómo sé yo que la propuesta que me han hecho cumple con esos
requisitos? Es fácil, ante la más mínima duda, pida que el investigador que le
está ofreciendo ese nuevo tratamiento le enseñe la aprobación del Comité Ético
y de Investigación Clínica y la de la Agencia Española de Medicamentos y
Productos Sanitarios (AEMPS).
Con esos dos avales puede
estar tranquilo de que en el tratamiento al que se va a someter primará, sobre
todo y ante todo, su propia seguridad. Ese es el compromiso de las Autoridades
Sanitarias y debería serlo de cualquier investigador. Y si algún médico se
“olvida” de estos requisitos, para eso están la ley y los tribunales de
justicia."
J. Carlos Pastor
Catedrático de Oftalmología.
Universidad de Valladolid.
Jefe de Departamento del
Hospital Clínico Universitario de Valladolid.
Grupo de Retina del IOBA.
Coordinador- general de
Oftared
"Las células madre son una
terapia muy prometedora para las enfermedades retinianas neurodegenerativas,
incluyendo las Distrofias Hereditarias de la Retina y la Degeneración Macular
Asociada a la Edad, y otras muchas patologías oftalmológicas como el glaucoma y
patologías de polo anterior. Hace ya muchos años que James Thompson describió
las células madre embrionarias humanas y sin embargo los logros, siendo grandes,
son lentos de cara a los pacientes afectos y a los investigadores. Y esta
lentitud es solo y exclusivamente con la finalidad de garantizar la seguridad
de los enfermos y evitar efectos secundarios indeseables de su uso, como ha
sido el caso descrito después de la inyección intravítrea de células grasas del
propio paciente.
La Sociedad Internacional para
la Investigación en Células Madre (International Society for Stem Cell
Research, ISSCR) en unos de sus últimos congresos comunicó una serie de
recomendaciones para el uso de células madre en investigación clínica, de las
cuales, si las analizamos en profundidad, vemos que la gran mayoría no han sido
respetadas en este supuesto ensayo, como ha comentado el profesor Pastor.
Estas recomendaciones son las
siguientes:
- Un investigador que realiza uso clínico de células madre debe compartir sus conocimientos científicos dando a conocer las características biológicas de las células utilizadas, los estándares de su producción, los datos preclínicos y clínicos obtenidos en cada uso, valorando los riesgos, proporcionado la mayor claridad posible de cara a los posibles beneficios y alternativas terapéuticas para el enfermo, comunicando sus relaciones comerciales y conflictos de interés, monitorizando al paciente de cara a efectos a largo plazo de su uso sobre sus estado de salud y protegiendo su confidencialidad, proporcionando un plan para comunicar efectos secundarios y asegurando al enfermo de cara a posibles riesgos.
- Los estudios deben estar aprobados y monitorizados por personal ajeno experto que evalúe los aspectos de la investigación.
- La revisión de los ensayos clínicos debe ser apropiada basándose tanto en el trabajo previo in vitro como de los estudios preclínicos in vivo según el correcto proceder de los ensayos clínicos y la ciencia.
- Deben identificarse los riesgos y reducirlos al mínimo; los posibles beneficios deben valorarse de modo realista.
- Como un principio básico, la finalidad de la terapia celular debe ser lograr superioridad terapéutica sobre los tratamientos ya existentes. Si no existe una terapia eficaz la gravedad de la enfermedad debe justificar los riesgos de su uso.
- La investigación clínica con células madre debe compararse con la mejor terapia existente para tratar a la población.
- Los participantes en los ensayos deben estar en posición de beneficiarse de los resultados de la investigación.
- El consentimiento informado debe explicar explícitamente todos los riesgos a los que el enfermo se enfrenta y los aspectos específicos de este tipo de tratamiento.
- Es necesario monitorizar los datos.
- Se debe retirar del ensayo a los enfermos siempre que pueda existir algún riesgo para su seguridad.
- En caso de muerte durante el ensayo debe realizarse la autopsia.
- Los investigadores deben proporcionar datos sobre las características socioeconómicas de los enfermos, si han recibido algún tipo de compensación económica, y los beneficios y daños resultantes de la participación en el estudio.
- Los investigadores deben publicar tanto los resultados positivos como negativos así como los efectos adversos.
Si analizamos uno a uno todos
los puntos recogidos en esta guía, comprobamos que en el caso que nos ocupa, se
han incumplido muchos de los requisitos exigidos para asegurar el beneficio y
bienestar del enfermo, que debe ser siempre el motor de nuestra actuación
médica. Desconocemos si la preparación de estas llamadas “células madre”
inyectadas en los enfermos fue realizada según los requisitos de “buenas
prácticas de fabricación GMP”. Además, de los datos reflejados se aprecia que
determinadas sustancias que se emplearon en su preparación, pueden ser nocivas
para la retina, como así fueron, provocando toxicidad. Se desconoce si existe
una investigación previa clínica que justifique su uso, si se conocía el
comportamiento celular intravítreo, sus posibilidades de diferenciación a otro
tipo celular, así como tumorogenicidad, si al enfermo se le explicaron otras
alternativas, y es evidente que el paciente desconocía el riesgo potencial de
la inyección de la suspensión celular.
Y continuando con el resto de
los requisitos, el resultado catastrófico del tratamiento nos hace dudar de que
el consentimiento informado suministrado al enfermo fuera el adecuado. De que
no hubiera otra alternativa mejor. De que se comparara con otros tratamientos.
De que el enfermo estuviera en posición de beneficiarse, y de que los datos
preclínicos tuvieran consistencia.
Los pacientes que fueron
tratados con ese procedimiento, tenían buenas agudezas visuales, con poco
margen de mejoría, y se les sometió a un riesgo injustificado siendo el
resultado obtenido desastroso y muy alejado de la historia natural de la
enfermedad aun en su peor evolución.
Los investigadores debemos
tener en cuenta todas las normas del buen hacer médico, más si se trata de una
terapia nueva y con posibles efectos adversos que puedan comprometer al
paciente, y los enfermos deben intentar no dejarse engañar por falsas
expectativas y ser exigentes con el conocimiento previo, leer con detenimiento
el consentimiento informado y conocer los resultados obtenidos, valorando
objetivamente las posibilidades de mejoría existente y conociendo que en
ocasiones la “medicina” puede moverse por motivos económicos."
Isabel Pinilla
Profesor Titular de
Oftalmología. Universidad de Zaragoza.
Hospital Clínico Universitario
Lozano Blesa, Zaragoza.
Instituto de Investigación
Sanitaria de Aragón
Coordinadora del sub-proyecto
de Retina de Oftared